Mojo el papel derramando lágrimas de sangre

26 de diciembre de 2013

¿Un día mas o un día menos?

Para mí la navidad no se salía de lo común. 
Eran vacaciones, sí, pero todo seguía estúpidamente igual que antes. 
Llegaban las tan esperadas comidas y cenas familiares y con ellas mis ganas de salir corriendo de casa y desaparecer sin decir nada, para que nadie pudiese encontrarme. Apagar el teléfono y que nadie pudiese llamar ni localizarme. Pero no podía, mi deber era ir allí, sentarme en una silla y comer tranquilamente, mientras me hacía pedazos por dentro al ver a todos reunidos en aquel lugar caliente y hogareño, felices, con sus parejas, con sus hijos, con sus vidas completamente perfectas, mientras yo me ahogaba en mi profunda depresión y mi mente se evadía de cada conversación, de cada palabra para estar conmigo misma, acompañada de treinta-y-cuatro personas pero completamente sola, así era como me sentía y no había forma de escapar. Sentada alrededor de todos se me humedecían los ojos pensando que cuando me fuese a casa nada habría cambiado. Mi abuela seguiría en el mundo de los ángeles, mi abuelo la seguiría en breve, mis padres seguirían siendo mis mejores enemigos y mis amigos ni siquiera saldrían a buscarme si me atropellase un camión, un tren o si contrajera una grave enfermedad. 
La navidad era como cualquier otro día de la semana, en casa, con el ordenador, con la televisión o la play y el año nuevo, algo tan especial para los demás en mi se convertía de nuevo en algo odioso y detestable. Celebrando el 31 de diciembre con todos a mi alrededor y a la vez tan completamente sola, con las lágrimas en los ojos y entrado en la comisura de mi boca, rozando mis labios. Celebrando algo que lo único que me traería en la vida eran desgracias, nada agradable, lo sabía. Y como podía contar los días del nuevo año ¿era un día mas que había vivido o ya me quedaba un día menos para morir?.

  

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